Jesús Dávila
SAN JUAN, Puerto Rico, 17 de agosto de 2010 (NCM) – El cambio de petróleo a gas natural como fuente principal de energía está llevando a Puerto Rico a separarse de la tendencia prevaleciente en Estados Unidos de privilegiar el mercado libre de ese combustible fósil y en su lugar se planifica dar el control a una empresa de España notoria por denuncias de corrupción y violación de derechos humanos.
La nueva ruta de choque aparente entre Puerto Rico y EEUU ocurre en momentos en que el gobierno anexionista está desarrollando toda una serie de políticas internas de alto riesgo como la insistencia en restringir el derecho constitucional de asamblea, el estrangulamiento de la Universidad de Puerto Rico y el desmantelamiento de la Editorial de la UPR, una de las principales en la región del Caribe.
Todo eso se suma a la continuada crisis económica, las leyes especiales que han dejado sin empleo a decenas de miles de trabajadores del Estado y los diferendos internos graves en los dos partidos que favorecen la continuación del dominio de EEUU sobre esta nación caribeña de casi cuatro millones de habitantes en su territorio y colonia estadounidense desde 1898.
Pero el caso de la relación entre el Gobierno y la empresa española Gas Natural Fenosa tiene los tintes de una gran contradicción debido a que la política oficial del Gobernador Luis Fortuño, que ganó con un amplio margen en 2008 al mando del Partido Nuevo Progresista, es la de resolver el problema colonial mediante la anexión formal de Puerto Rico a EEUU. De hecho, Fortuño ha hecho claro que prefiere la “independencia” en materia de energía y su gobierno ha mantenido una posición ambivalente en lo que toca a los proyectos respaldados por Washington para la integración del mercado eléctrico del Caribe.
Además, la concesión de un dominio monopolístico a la empresa europea –que hace recordar los tiempos en que España dominaba así el comercio puertorriqueño- marca una curiosa continuidad con las políticas de anteriores gobiernos autonomistas, que en 2003 le concedieron la exclusividad sobre la importación de gas natural. El propio proyecto de construir un gasoducto de más de 100 kilómetros para transformar las plantas de producción eléctrica de combustible residual de petróleo a gas natural es la continuación de una obra iniciada por los autonomistas y a la cual Fortuño se había opuesto públicamente.
Gas Natural Fenosa, con su propia flota de tanqueros, es una de las principales en el mercado mundial de gas natural y transporta el combustible desde Egipto y Argelia, así como de otros puntos de África como Nigeria. De esa forma, Puerto Rico dependerá del complejo y costoso transporte transoceánico del gas, a pesar de que varios países de la propia cuenca caribeña y los propios EEUU tienen grandes abastos.
El historial público de la empresa española, que se ha convertido en una de las principales para América Latina, es al menos controversial.
En Guatemala se presentaron sobre 90.000 denuncias por mal servicio y sobreprecio, lo que condujo a choques en los que Fenosa le cortó el suministro a comunidades enteras y se alegó que estuvo vinculada al asesinato de una veintena de líderes comunales opositores. La empresa ha negado las alegaciones y ha interpuesto sus propias denuncias por amenaza.
En México, mientras tanto, ha sido una de las empresas denunciadas por el Sindicato Mexicano de Electricistas como participante en la destrucción de Luz y Fuerza del Centro, para la cual el gobierno mexicano movilizó fuerzas militares y policiales que desalojaron más de 40.000 obreros.
En la vecina República Dominicana, la empresa ha sido blanco de quejas por la alegación de que llevó a ese país a un incremento innecesario de 300 millones de dólares en su deuda externa.
Sus actividades en Centroamérica y el Caribe, junto con las denuncias sobre las actividades del ex presidente español José María Aznar, llevaron a un fuerte choque en la Cumbre Iberoamericana de 2007 en la que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, tildó a Fenosa de “mafia”. Fue en medio de aquella discusión que el Rey Juan Carlos de Borbón increpó al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con su ya famoso “por qué no te callas”.
Ya en Puerto Rico se han estado tomando medidas en preparación del proyecto, como de la convertir en delito grave la obstrucción de obras públicas o privadas, aunque sea mediante protestas pacíficas.
En la otra cara de la contradicción, el pequeño aunque influyente Partido Independentista Puertorriqueño ha anunciado una campaña frontal contra la construcción del gasoducto, que deberá atravesar la zona montañosa karsica , un área clave y delicada para el equilibrio ecológico. La oposición del PIP se basa principalmente en que postula que la dependencia actual del petróleo no debe atenderse mediante otro combustible fósil sino con el desarrollo agresivo de fuentes renovables aprovechando la condición isleña tropical de Puerto Rico.
Por su parte, el Gobernador Fortuño asegura que la gigantesca obra de infraestructura se usará sólo como un paso en la transición hacia las fuentes renovables y sus propagandistas la han bautizado como “vía verde” en un esfuerzo para derrotar la oposición. Por lo menos ha cosechado algunos respaldos de importancia, aunque críticos, tales como el del científico Juan Rosario, quien indica que el proyecto iría por la ruta correcta hacia un combustible más limpio, si se usan los ahorros que resulten en financiar la inversión en fuentes renovables con fecha cierta para su implantación.
La discusión pública, sin embargo, se ha concentrado en la conveniencia de la transformación a gas natural y los efectos del proyecto sobre una zona de alto valor ecológico, pero no en los contratos de exclusividad con Fenosa. Fuentes responsables, tanto en el oficialista PNP como en el opositor Partido Popular Democrático, dijeron estar a oscuras con respecto a quién proveerá el gas natural, aunque una de ellas indicó conocer “extraoficialmente” sobre la relación con Fenosa y su historial controversial en América Latina.
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